La cita anoche en el Estadi Olímpic con The Rolling Stones 2017 estaba rodeada de una indisimulada expectación por parte de los más de 40.000 incondicionales que se dieron cita en el recinto de Montjuïc.

Una expectación donde confluían la devoción por una música, una actitud y unas canciones sentidas y vividas en propia carne por varias generaciones y, a la vez, la sensación de que podía tratarse de la última vez que se podía disfrutar en vivo de un concierto de ellos.

Acertadísima elección la de Los Zigarros como teloneros de los Stones para esta ocasión. Es una auténtica banda de rock, de rock crudo, sincero y guitarrero que tiene mucha esencia Stone en su personalidad, y así lo demostraron y lo disfrutaron. “Hoy es el mejor día de nuestras vidas, y de vuestras vidas también” dijo desde el micrófono un emocionado Ovidi, que junto al resto de la banda dieron un show enérgico, rockero y que estoy convencido de que han ganado a muchísimos adeptos a su causa. Ver bailar a casi 40.000 personas “Hablar, hablar, hablar” o “Dentro de la ley” es algo que no se ve todos los días. Chavales, dísteis la talla. Enhorabuena, ojalá los Stones os hayan visto.

Fuente: Magicplans

Gran asistencia y expectativas

La asistencia fue multitudinaria. Desde dos horas y media antes del inicio del concierto, la circulación en automóvil era muy densa en los alrededores.

Las medidas de seguridad eran estrictas, como en los conciertos de Coldplay y U2. Especialmente rigurosas con bolsos y bolsas, generaron algunas protestas entre el público.

Aun así, muchos asistentes, mayoritariamente adultos, llegaron temprano. Nadie quería perderse una noche que reflejó el repertorio y la energía de la banda. El concierto mostró cómo se encuentra la veterana agrupación en la actualidad.

Antes de que Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts, The Rolling Stones 2017, saltasen al escenario barcelonés, lo habían hecho Los Zigarros, una intensa, acelerada y habilidosa banda comandada por los hermanos Tormo, que durante tres cuartos de hora desgranaron buena materia prima aún a plena luz y con las gradas llenándose poco a poco. Buen sabor de boca para esperar los primeros acordes de “Sympathy for the devil”, la mítica pieza firmada por Jagger/Richards con la que arrancó, con la guitarra de Richards a un volumen desproporcionado y a su aire y entre cautivadoras luces rojas, una noche memorable un cuarto de hora más tarde de lo previsto.

Inicio fulgurante del concierto

El concierto duró más de dos horas y ofreció cerca de veinte temas. Comenzó de manera fulgurante con una de las composiciones más apreciadas por el grupo.

Fue también una clara declaración de principios: para Jagger (74 años), Richards (73), Wood (70) y Watts (76), el blues sigue muy vivo. Tanto para ellos como para el público. Y anoche quedó demostrado en cada nota, en cómo lo sienten y lo comparten.

Desde el primer minuto, el público entró en sintonía. Muchos llevaban los teléfonos móviles en la mano. Jagger se quitó la chaqueta brillante y se quedó con una camisa azul igualmente llamativa.

El ataque continuó sin pausa con el inconfundible inicio de “It’s Only Rock’n’Roll (But I Like It)”. Al terminar, saludó:

“Hola Barcelona, bona nit! Estem contents d’estar aquí”.

El concierto siguió con la rítmica e infalible “Tumbling Dice”, manteniendo la energía y la conexión con la audiencia.

No se desviaron mucho del guion general de la gira. Los incontestables clásicos de los años sesenta y setenta dominaron el setlist, como “Paint It Black”, “Honky Tonk Women”, “Brown Sugar” o “Gimme Shelter”. Ningún tema nuevo propio apareció en esta ocasión.

Gracias al buen estado de forma de los músicos y a la inmejorable predisposición del público, el concierto se desarrolló de manera fluida. Interpretaron un par de blues de su reciente disco Blue & Lonesome, donde Jagger mostró convincentes dotes de armonicista. Luego llegó un saludo especial: “Este es el octavo show en Barcelona; ¡qué bonito estadio! No puedo creer que hayan pasado diez años”, recordando su última actuación en la ciudad.

Poco después, respondieron a la petición de un fan con un insólito “Rocks Off”.

Más tarde llegó el siempre emocionante y negroide “You Can’t Always Get What You Want”, con un desbocado Wood y el público coreando, uno de los momentazos de la noche. Otro momento destacado fue la atronadora ovación que recibió Richards antes de su pequeño set de dos canciones: “Happy” y “Slipping Away”. También brilló “Miss You”, con un impresionante Darryl Jones al bajo, y el salvaje desenfreno guitarrero de Richards en “Midnight Rambler”.

La gira No Filter hizo su única parada en España después de pasar por media docena de escenarios europeos y de maravillar el año pasado a América Latina, con un memorable colofón en La Habana. La espectacularidad estuvo presente desde el inicio, con un escenario formidable, no mastodóntico pero impactante: cuatro enormes torres-pantalla de 22 metros, iluminación perfecta y sonido sobresaliente.

El despliegue físico y gimnástico de Jagger y sus compañeros se vio acompañado por músicos de garantía:

Darryl Jones (bajo) y Chuck Leavell (teclados) como los más fieles en el tiempo, junto a los saxos Karl Denson y Tim Ries, el teclista Matt Clifford y las segundas voces Sasha Allen y Bernard Fowler. Todos cerraron una noche redonda con dos bises: “Jumpin’ Jack Flash” y “(I Can’t Get No) Satisfaction”.

Anoche los Rolling Stones cumplieron su octavo encuentro con la afición local, la primera de ellas en 1976. Ha llovido a cántaros desde entonces pero la leyenda de estos cuatro británicos bien curtidos no ha parado de crecer. Ahora lo hacen con su mejor arma: con música ya clásica más viva que nunca.

Fuente: La Vanguardia