Todo el verano esperando este concierto, Loquillo en Las Ventas. Marga, Germán y yo nos lo pasamos genial,

Mientras sale el DVD del concierto, pego este resumen de El Mundo que lo borda:
A la cita había que ir vitaminado y supermineralizado: tres horas de concierto había anunciado José María Sanz, Loquillo, en la parada madrileña de su gira ‘Salud y Rock & Roll’. Avisados estábamos. Mucha tralla, pese al descanso, para tanta cana y tanto “cartón” que se veía desde el tendido. Pero era, como dijo, su “fiesta particular”. Había que aguantar el tipo y sudar la gota gorda.
El 24 de septiembre de 2016 estaba marcado en rojo en el calendario rocker. Loquillo no había terminado de redondear una gran noche en este templo, y ese viernes era el momento ideal para sacarse la espina, pese a lo que supone afrontar un reto de tal calibre.
Suicidio o no, la realidad es que las entradas llevaban agotadas tres meses. Ni un alfiler cabía anoche en la Monumental de las Ventas. 15.000 almas. Un pelotazo. El sueño de todo torero trasladado a una noche de otoño y a una estrella que disfruta de su tercera juventud.
En Loquillo se aprecian aires de figura de la tauromaquia: del poder de convocatoria de José Tomás, al tupé ya plateado por el paso de los años; de la chulería de Luis Miguel Dominguín; del discurso directo de Joselito; y de la supremacía de Enrique Ponce. Incluso el ritual previo al paseíllo lo vive como un héroe de luces.
Precisamente ese momento, la salida al escenario, se vivió como la aparición definitiva. Todos los asistentes, al unísono, pellizcaron sus rostros para confirmar que estaban ante algo único. Ante un recital que prometía ser redondo. Así fue.
Comenzó con el tema que da nombre a la gira, del último disco ‘Viento del este’, un trabajo madurado y sin artificios, con el que reivindica el rock con un puñetazo sobre la mesa.
Con el primer tema de ‘Balmoral’, su obra cumbre de 2008, marcó el camino con ‘Línea Clara’. Con ‘Territorios libres’, dio rienda suelta a la energía del público. Qué estilazo y qué flexibilidad camino de los 60.
No hubo descanso ni siquiera un “buenas noches”. Reía, fumaba, hacía muecas, desafiaba a las cámaras que grababan para un futuro DVD. Luego abrió los sueños de los presentes con ‘Planeta Rock’: «Madrid, aquí tienes». Junto a él, la banda habitual: Laurent Castagnet a la batería, Alfonso Alcalá al bajo, Igor Paskual, Josu García y Mario Cobo a las guitarras y Raúl Bernal a los teclados.
Loquillo dice que vivimos en un país donde dices “España” y te llaman “facha”. A él le han llamado de todo y le da igual. Por eso reivindica “la España que perdimos” en ‘El mundo que conocimos’, un temazo que hizo vibrar al público.

Evidente: el ‘loco’ es el hombre de negro. En ‘Cruzando el paraíso’ disfrutó del talento de Johnny Hallyday y Andrés Calamaro. No estuvieron los dos genios, ni hubo muchos invitados. Recordemos: era su fiesta. Solo en ‘Viaje al Norte’ contó a la guitarra con Roberto Grima, ex de Los Negativos.
Los tendidos se desataron con clásicos como ‘Rompeolas’ y ‘Memorias de jóvenes airados’. Premió a los aplastados de primera fila con ‘Carne para Linda’, bajando a chocarla. Llegó al descanso en lo alto con ‘La mataré’ y ‘Ritmo del garaje’.
Tras quince minutos para tomar aire, continuó sin respiro. Cambio de chaqueta —negra también— y brillante apertura de la segunda parte con ‘Eres un rocker’. Qué grande.
Luego vinieron ‘Chanel, cocaína y Don Perignon’, ‘Piratas’ y su felicidad hecha canción. Sí, Loquillo es feliz. Un día así lo confirma.
Con ‘Esto no es Hawaii (qué guay)’ comenzó la traca final. Pasaban de las doce de la noche. La noche era joven pese a la media. Y llegó ‘Feo, fuerte y formal’, el momento de locura colectiva.
«Hoy nuestra vida es mejor por vosotros», dijo al público antes de ‘Las calles de Madrid’. La capital se rindió. Rompieron gargantas con ‘Rock ‘n’ Roll Star’.
Se hizo el silencio. El ‘Loco’ tomó la palabra y se puso serio. El tipo duro se ablandó: «Soy un barcelonés que ama esta ciudad. Sumamos, no restamos». Cerró con ‘El Cadillac solitario’, corroborando su consagración en este templo. Porque la vida es de los que arriesgan. Jugó contra la ley y ganó.
Fuente: El Mundo
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